La convivencia en una comunidad de vecinos no siempre resulta tan idílica como a todos nos gustaría. Las manías personales de cada uno pueden crear discrepancias que compliquen la estancia en el inmueble, incluso si se evita el contacto con estos peculiares individuos. Un caso proclive a estas disputas es el paso de bicicletas. La pregunta entonces es: ¿qué hacemos con ellas?
Las bicicletas en las comunidades de propietarios
Nuestra primera recomendación es que, si tienes trastero, recurras a él. Al fin y al cabo es el lugar que la comunidad destina al almacenamiento de todo aquello que no cabe en casa ni puede estar en las zonas comunes. Si tu comunidad no cuenta con este espacio, quizá alguna aledaña sí lo tenga y puedas alquilar alguno.
No obstante, antes de pasar al alquiler, puedes intentar también el recurso de solicitar a la comunidad que instale uno en algunas de las zonas exteriores del recinto. No son caros y el proceso de montaje es muy sencillo; incluso los propios vecinos podrían colocarlo. Si conoces a otros propietarios que usen la bici, su apoyo será crucial para aprobar la propuesta.
La opción del garage
Si todavía esta medida no prospera, entonces el garaje puede ser una opción factible. De antemano te avisamos de que este espacio se considera zona común, por lo que lo mejor será pedir permiso a la comunidad para evitar problemas con los vecinos más quisquillosos. Además, ten en cuenta que, en caso de robo, el seguro comunitario no asumirá los costes, ya que las sustracciones en zonas comunes se consideran culpa del dueño por abandono.
Si aun así todavía te ponen pegas, entonces tu casa es el último refugio. Quizá algún vecino te dirá que no se pueden almacenar en casa este tipo de objetos, pero lo cierto es que dudosamente los estatutos se adentras cuestiones de índole privada. Revísalos bien y, casi con seguridad, el texto legal te dará la razón.
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